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Otras voces, otros ámbitos:
El capital, de Costa-Gavras
Por Victoria González Quintana
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Os recomendamos una película con guión del cineasta griego Costa-Gavras que nos lleva a los más oscuros escenarios del entramado financiero actual. El Capital narra la historia de un hombre cualquiera que, a partir de un casual y fulgurante ascenso profesional, comienza a destruir todos sus vínculos. Se aleja de su hijo, su mujer, su familia, hasta de su mentor. El ansia de reconocimiento y de respeto ciega al protagonista y el dinero se convierte en el objetivo por el que distorsiona toda su vida.
 La cinta está basada en la novela homónima de Stéphane Osmont, que ya ponía de relieve las deficiencias del sistema financiero. En dos horas somos testigos de cómo la especulación más desmedida puede poner fin a la actividad bancaria tradicional. La ciudad de París es el escenario de este thriller sobre un rumbo del negocio que nos amenaza a todos. Rodado en francés, se sirve de los matices del idioma para resaltar el neutro discurrir de una especulación muda y sin inflexiones. Los lugares, los personajes, las actitudes y hasta el lenguaje de esta historia nos resultan familiares. Habría que preguntarse qué o quién falta en toda esta trama.
En una entrevista reciente Costa-Gavras afirmaba que su único compromiso como director de cine era "una cierta ética". Precisamente ese compromiso ético del que habla el cineasta es el que permite que los negocios discurran con coherencia hacia el contexto en el que operan que, a fin de cuentas, es el contexto social. La rentabilidad no es difícil de conseguir, pero las rentabilidades exponencialmente muy altas a veces avanzan "contra" algo. Y no es lo mismo un sistema financiero que funciona al servicio de las personas que sirviéndose de ellas.
El Capital ofrece una mirada crítica y muy actual sobre la utilización de algunos nuevos desarrollos financieros. Cuando la rentabilidad desmedida solo alcanza a algunos pero el coste social es para otros, es preciso preguntarse si esa rentabilidad nos compensa. Y amenazar la estabilidad general es un horizonte que ningún sistema puede permitirse.
Victoria González Quintana
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