¿Quién puede discutir que la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte? En este artículo vamos a resolver dos grandes enigmas: por qué los bancos siguen utilizando contratos que parecen escritos por un Groucho Marx en estado de ebriedad y, lo que es aún más sorprendente: por qué los clientes los firmamos sin pestañear.
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¿En qué se diferencia un pícaro de un corrupto? Alguna diferencia debe de haber, puesto que encontramos admisibles y hasta lógicas las pequeñas deshonestidades que nos rodean, mientras que la corrupción con mayúsculas genera un profundo malestar social. ¿Cuáles son los matices que distinguen al espabilado del delincuente financiero? ¿Es una cuestión de cantidad, de calidad… o de oportunidad?
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